domingo, 17 de mayo de 2015

I

Cuando Ana salió de la habitación, el jarrón ya estaba roto. Ella solamente había estado leyendo en el sofá. O al menos, eso es lo que le dijo a su madre cuando esta preguntó qué había pasado. Realmente había estado leyendo un buen rato, pero luego encendió su mp3 y se puso a bailar, descalza y feliz, en el centro del salón. Y cuando se cansó de dar vueltas, fue a por un vaso de agua, pero sin dejar de escuchar música. Por eso no escuchó que el jarrón cayera al suelo. Y como no estaba en el salón, tampoco vio nada.
Por un momento, cuando su madre llegó y empezó a gritar, creyó que había sido ella la responsable. Mientras bailaba se había chocado contra el mueble en el que estaba colocada la pieza de cerámica, pero como estaba tan concentrada en la música apenas le prestó atención. Por eso aseguró que no se había movido del sofá. Y como en la casa no había nadie más que ella, su madre no la creyó.

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