De camino a la casa de Sir Powers reflexionas sobre la información que acabas de descubrir sobre Crawford. Su problema con la bebida pudo generar conflictos con su socio, o con los maridos de las mujeres a las que seducía, según su afectada esposa. Por más vueltas que le das, sientes que no dispones de suficiente información para hacer una lista de sospechosos. El taxi para en la puerta de una casa bastante grande, con macetas en cada ventana y un jardín bien cuidado delante. Te acercas a la puerta y llamas al timbre. Una joven sirvienta abre la puerta, dedicándote una mirada recelosa:
- ¿Quién es y qué desea?
- Buenas tardes, me gustaría hablar con Sir Powers, por favor. Soy detective privado.
- Ah, si, pase. Sir Powers le está esperando.
Sorprendido, sigues a la chica por un largo y bien iluminado pasillo hasta una enorme puerta de roble, a la que llama con suavidad. Acto seguido, abre la puerta y dice con voz monótona:
-Sir Powers, el detective está aquí.
Con un gesto de la mano te indica que entres. Al hacerlo, ves un despacho más pequeño de lo que esperabas, con una estantería repleta de libros de contabilidad y un par de sillas ante una sencilla mesa abarrotada de papeles. Sentado tras ella hay un hombre menudo y con aspecto de ser muy anciano, pero con una mirada fuerte y vivaz. Al oirte entrar levanta la vista y te dice con gesto sereno:
-Buenas tardes, señor detective. Siento el desorden, pero no he tenido tiempo de adecentar mi despacho para su visita. Por favor, siéntese. ¿Quiere una copa? ¿Coñac, tal vez?
- Saludos, Sir. Estoy algo desconcertado, ¿acaso me esperaba usted? Y sí, le agradecería una copa de coñac.
- Por supuesto. Martha, por favor, tráiganos dos copas de coñac. Hennessy, a ser posible.
La chica hace un gesto con la cabeza y sale de la habitación. Sir Powers se acomoda en la silla y su voz se torna seria:
-Vayamos al grano, detective. Supuse que enviarían a alguien por lo de sir Crawford. No se sorprenda, mi deber es estar enterado de todo lo que ocurra con respecto a mis negocios. Probablemente, yo me enteré de su muerte antes que usted.
- Esperaba que usted me pudiese aclarar ciertas cosas con respecto a la muerte de su socio. Por ejemplo, agradecería algo de información sobre su problema con la bebida. Ah, y por supuesto, voy a necesitar que me diga lo que hizo usted anoche.
- Temo que ambos interrogantes tienen una sola respuesta. Anoche estuve hasta bien entrada la medianoche tratando de hablar con sir Crawford. Le llamé varias veces hasta que contestó a su teléfono personal, a eso de las doce. Aunque “contestar” puede que sea un eufemismo poco acertado.
- ¿Qué pasó anoche?
- Sir Crawford estaba fuera de sí. Es evidente que había bebido demasiado, o algo peor. Apenas pude entender lo que me dijo. Creo que nunca había llegado a tal extremo.
Haces una pausa, preocupado. Tienes un mal presentimiento acerca de esta conversación, pero sin embargo sabes que tienes que descubrir la verdad.
- ¿Recuerda algo de lo que escuchó?
- Pocas cosas, y me temo que no muy agradables.
- ¿Tenían una mala relación? Con todo lo que usted le había ayudado no creo que así fuera…
- Bien es cierto que le ayudé a conservar la parte de la empresa que le había dejado su padre cuando murió, pero últimamente tuvimos… ciertas discrepancias sobre el futuro de la empresa. Su problema no hacía más que empeorar, y por supuesto tuve que tomar medidas legales. Algo que no le sentó muy bien a John.
- Discrepancias, menuda palabra. ¿De qué medidas legales habla?
-Sus decisiones eran cada vez más erráticas. Temía que, como socio mayoritario, hiciera peligrar su participación en la empresa debido a una de sus crisis. De modo que intenté pactar con él una solución por si le ocurría alguna desgracia. Por supuesto, él no aceptó el acuerdo.
En ese momento aparece la joven llevando una bandeja con dos copas. Las deja sobre la mesa y sale, con aire distraído.
- Y esta solución de la que habla, ¿de qué se trataba?
- Como comprenderá, detective, los detalles son estrictamente confidenciales. Sólo diré que la idea principal era evitar que sir Crawford pudiera cometer alguna… locura con la herencia de su padre. Y arruinar la empresa, de paso.
- Entiendo, entiendo. Es fácil arruinar cosas cuando se tiene ese tipo de problema. Matrimonios, por ejemplo.
El tono de Sir Powers se endureció.
- Veo que no ha perdido el tiempo, detective. Aquel asunto fue bastante desafortunado, pero todo se aclaró con la mayor celeridad. Sir Crawford nunca fue muy bueno controlando sus instintos básicos, pero pudimos encontrar una solución para enterrar el asunto, como caballeros civilizados.
- Curiosa elección de palabras. Imagino que aun así hubo tensión entre ambos. Una cosa así no se olvida de la noche a la mañana.
- Soy un hombre de negocios, y antepongo el bien de mi empresa a este tipo de frivolidades. Este es un asunto privado, y me gustaría que se mantuviera así.
- Por supuesto, sí. Mi trabajo consiste en descubrir incidentes, no en airear los enredos privados de nadie. Bueno, pues si eso es todo, necesitaré confirmar su coartada, así que algún policía se acercará a tomarle declaración. Mientras tanto no salga del país, ya sabe cómo van estas cosas.
- Por supuesto, detective. Repetiré esta misma historia a cuantos señores uniformados quieran escucharla. Ah, hay una cosa que se me ha olvidado decirle…
- ¿Sí? ¿Qué ocurre?
- Cuando contacté por teléfono con Sir Crawford, le oí hablar con otra persona. Aquella noche parecía tener compañía. Temo no serle de más ayuda, detective.
- Gracias, Sir. Nos veremos.
Menuda pérdida de tiempo. Parecía tener compañía, un señor que ha sido asesinado. Intentando no perder la compostura recorres el pasillo hacia la entrada de la casa, donde la joven te abre la puerta. Te despides con una inclinación de cabeza y caminas rápidamente hacia la verja de la casa. Cuando la cruzas, te giras a echar un último vistazo a la casa. Los acuerdos que quería firmar Sir Powers eran probablemente de cesión de acciones, así que en el caso de que hubieran llegado a firmarlos, él sería dueño de la empresa.
Mueves la cabeza y sacas el teléfono para llamar un taxi que te lleve de vuelta a la casa de Sir Crawford. Tienes que averiguar si llegaron a firmar los acuerdos. Luego marcas el número del inspector, a quien tienes que informar de que hay que comprobar la coartada de Sir Powers. Empiezas tu lista mental de sospechosos con un único nombre.
2 comentarios:
¡¡Cada vez más interesante!! Se me ha hecho muy corta esta parte
Sinceramente, cada vez me tenéis más enganchado. Me encantan las novelas de misterio y policíacas, y con esta estoy tan expectante como con una de las buenas. No le deis demasiada coba!! XD
Publicar un comentario