- ¡Anda, mira quién tenemos aquí! ¡Cuánto
tiempo, hombre!
- Apenas puedo creerlo, ¿de verdad eres tú?
- Antonio... creo que llevamos sin vernos,
por lo menos, desde que acabamos bachiller, ¿qué es de tu vida?
-Ando de aquí para allá, tratando de buscarme la vida. Ya sabes que los
estudios nunca fueron mi fuerte, así que estoy un poco perdido. ¿Qué tal estás
tú?
- Aún me acuerdo de las broncas que te
echaba Manolo, el de Química. Por ejemplo, cuando te quedaste dormido en clase…
¡qué risas las de aquel día! Yo estoy terminando la carrera, sólo me queda
medio año.
- Antes nunca lo habría dicho, y ahora mírate ¡universitario! Aunque si
alguno de los dos lo lograba, sin duda serías tú.
- ¡Arquitecto dentro de poco! Tampoco yo me
lo creo. Tengo muchas ganas de acabar la carrera y empezar a trabajar.
Realmente yo creía que al final te sacarías un grado superior o algo así.
¿Tienes alguna idea de hacia dónde dirigir tu vida?
- Afortunadamente mi padre pudo conservar su negocio, así que muy
probablemente seguiré sus pasos, ¿te acuerdas de las ganas que tenía de
largarme y no trabajar con mi padre? Pues al final parece que la realidad me ha
devuelto al redil, aunque ya no lo veo tan malo. Quizás en veinte años acabe
acostumbrándome.
- ¿Afortunadamente? ¿Qué pasó, tuvo problemas
de alguna clase?
- Acumuló demasiadas facturas, ya sabes, esto de la agricultura no es
barato, pero tuvo suerte y pudo recuperarse. Al menos hasta ahora no ha vuelto
a tener problemas, pero quién sabe.
- Al menos se recuperó, eso es bueno. Como
dijo alguien alguna vez, “la vida no nos da nada que no podamos superar”. A
cada uno le pasa algo, nosotros tuvimos lo del robo hace un par de años. Y de
todo se sale, te lo digo yo.
- Algún día tendrás que decirme de donde sacas todas esas frases. Oí lo del
robo por las noticias, y me sorprendió bastante ver tu apellido en pantalla.
¿Qué ocurrió exactamente? En la tele no dieron muchos detalles.
- A ver, en la tele no dieron muchos
detalles porque todo se resolvió rápidamente. Tuvimos suerte de encontrar a un
‘pringao’ que cargara las culpas desde el primer momento. Si la policía hubiera
investigado todo habría sido diferente para mi familia.
- Aquel “pringao” acabaría bastante mal, supongo.
- Así es, pobre chaval. Él no hizo nada, en
realidad. Fue todo cosa de mi abogado, bueno, el de mi padre... el de la
familia. Ya te digo, de saberse la verdad se hubiera liado una buena.
-Así que en realidad era inocente… Bueno, supongo que el dinero que os dio
el seguro merecería la pena. Ya se sabe que esta gente necesita un culpable
para soltar la pasta.
- Anda, pero ¿tú crees que fue por el dinero
del seguro? Lo que realmente nos importaba era el asesinato, hombre.
-¿Asesinato? ¿Qué quieres decir?
- Antonio, hombre, el muerto que
encontraron, el jardinero. El pobre sólo quería evitar que me llevase el dinero
de mi padre, pero con los nervios se me fue de las manos y… bueno. Te juro que
no podía más con el estilo de vida que llevaba mi familia. Sentía que no
encajaba y quería huir bien lejos. Casi como tú en el instituto. Pero ya te
digo, de todo se sale. Y al final no se vive tan mal con mi familia.
- Ahora lo entiendo… . Algo de eso dijeron en las noticias, pero no veía la
relación, hasta ahora. Gracias por la confesión. Era justo lo que faltaba para
cerrar el caso de una vez por todas, después que aquel “pringado” lo largara
casi todo. Se ve que alguien no le pagó lo suficiente. Ahora voy a tener que
pedirte que me acompañes, vas a tener mucho que explicar.
- ¿Antonio? ¿De qué vas? No entiendo, ¿de
dónde has sacado esas esposas?
-Agente Suárez para ti. Y te informo que estás detenido.
- ¿Agente? ¿No eras agricultor, como tu
padre? ¿Me la has jugado? Así no se puede ir por la vida, engañando a la gente…
- Anda, tira. Por el camino podemos hablar
de cómo me enseñaron en la academia a hacer confesar a tipos como tú. Cuidado
con la cabeza.
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